Pedro Luis Domínguez Quevedo, conocido simplemente como Quevedo, tomó una decisión que desconcertó a muchos: detener su carrera musical por tiempo indefinido. Era 2023, y acababa de hacer historia con éxitos como BZRP Music Sessions #52 y su álbum debut Donde quiero estar, cuando sintió que necesitaba un cambio.
“No tomé la decisión por un suceso concreto, sino por un cúmulo de cosas. Me di cuenta de que, a pesar de estar viviendo un momento profesional muy bueno, no era todo lo feliz que debería ser”, explicó en una entrevista con GQ España.
La pausa no fue un capricho, sino una necesidad. Los años de viajes incesantes, conciertos y la presión de la industria le habían pasado factura. “Descuidé el deporte, la comida y el descanso”, reconoció. La adrenalina de los escenarios y el frenesí del éxito global dejaron poco espacio para el equilibrio personal. Fue entonces cuando decidió regresar a sus raíces: su hogar en Gran Canaria, la casa de sus padres donde creció, para recuperar la tranquilidad perdida.
Un año para reorganizar su vida
Lejos de los reflectores, Quevedo se propuso algo sencillo pero profundo: priorizarse. “Siempre he sido una persona deportista. Desde pequeño jugaba al fútbol, pero con la vida tan ajetreada había dejado de lado esa parte de mí”, explicó.
Volver a conectar con sus hábitos saludables fue el primer paso. “Llevo un año siendo bastante constante: voy al gimnasio, intento acostarme pronto, levantarme temprano y cumplir con las tareas diarias, tanto personales como profesionales. Tener buenos hábitos y descansar bien te ayuda mucho, tanto física como mentalmente”.
Sus días en Gran Canaria adquirieron una rutina que contrastaba drásticamente con la vida de giras y noches sin dormir. “Hacer deporte me ayudó mucho a sentirme mejor conmigo mismo”, confesó.
Después, dedicaba tiempo a componer y reflexionar en su casa familiar, un espacio que lo conectaba con sus orígenes. Las noches, lejos de las fiestas y la vorágine mediática, se convirtieron en momentos de descanso, lejos de las redes sociales y las exigencias del mundo exterior.
Durante ese año, el cantante también trabajó en su bienestar mental. Reflexionó sobre sus relaciones personales, sus hábitos y sus metas a futuro. “Analicé cómo me sentía por dentro y por fuera. Todavía estoy aprendiendo y no soy perfecto, pero esta decisión me ayudó mucho”, confesó. Esa pausa fue una forma de recuperar las riendas de su vida, de reequilibrar las demandas de la fama con su necesidad de ser él mismo.
El temor de perderlo todo
Aunque el retiro fue necesario, Quevedo no pudo evitar preguntarse si el público lo recibiría igual al regresar. “Da miedo. Con el ritmo tan inmediato que tienen las cosas hoy, piensas: ‘¿Y si, cuando vuelva, la gente no lo recibe igual?’”. La velocidad con la que cambia la industria musical no es un secreto, y detenerse puede ser arriesgado.
“Confío en la conexión que tengo con mi público. Las personas que disfrutan de mi música entienden mi mensaje, y eso no se pierde, incluso cuando decides tomarte tu tiempo. La gente entiende que somos humanos y que todos necesitamos parar en algún momento”.
Cuando volvió al estudio, Quevedo lo hizo con una nueva energía. Su segundo álbum, Buenas Noches, refleja esa evolución personal.
“Es un álbum que he hecho con mucho cariño, lleno de momentos muy distintos. Quería representar diferentes sentimientos y llegar a distintas personas, especialmente después de estar tanto tiempo alejado del público”, explicó. La portada del disco, un homenaje a una icónica foto de Michael Jordan, simboliza su propio regreso: tranquilo, confiado y más auténtico que nunca.
Fuente: SIN
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