En un mundo cada vez más acelerado y desafiante, la salud mental se ha convertido en un tema crucial. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 280 millones de personas padecen de depresión o ansiedad a nivel global.
En el contexto ecuatoriano, caracterizado por un aumento en la inseguridad y la consiguiente incertidumbre política y social, la salud mental se vuelve indispensable. Según datos del Ministerio de Salud Pública, el trastorno depresivo afecta aproximadamente al 4.6% de la población adulta, situando al país en el décimo primer lugar en la región.
Esta situación se agrava en un entorno donde la inseguridad ciudadana genera ansiedad y estrés entre la población. El doctor Gregory Celis, especialista en medicina crítica y director médico de Laboratorios Bagó, comenta que la depresión tiene su origen en una compleja interacción de factores, incluyendo cambios hormonales, influencias genéticas y elementos psicosociales, como situaciones estresantes en la vida afectiva o laboral.
Como resultado de estos múltiples factores los pacientes con depresión pueden experimentar cambios en el apetito, alteraciones en el sueño, pérdida de interés en actividades placenteras, dolores inespecíficos, e incluso llegar a tener pensamientos recurrentes de muerte.
Por otro lado, la ansiedad, puede desencadenarse a causa del estrés crónico, traumas, condiciones ambientales, desequilibrios biológicos y factores genéticos, explica el doctor. Y los síntomas asociados incluyen náuseas, dificultad para respirar, palpitaciones, sudoración excesiva y episodios repentinos de miedo. Lo cual afecta de manera significativa la calidad de vida de quienes sufren este trastorno.
Sin embargo, a pesar de las dificultades que pueda enfrentar un paciente con depresión o ansiedad, existen varios tratamientos integrales enfocados en ayudar a la persona a recuperar su calidad de vida. No obstante, cabe recalcar que estos tratamientos son personalizados y ajustados a las necesidades del paciente, indica el experto.
Acompañamiento psicológico: La psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual (TCC), ha demostrado ser altamente efectiva en el tratamiento tanto de la depresión como de la ansiedad. Este enfoque se centra en identificar y cambiar patrones de pensamientos negativos, promoviendo una visión más positiva de la vida.
Alimentación balanceada: aparte de los tratamientos tradicionales, la relación entre la dieta y la salud mental no debe subestimarse. Una alimentación equilibrada, rica en nutrientes como ácidos grasos omega-3, vitaminas B, y minerales como el zinc, puede tener un impacto positivo en el bienestar emocional. De igual manera, es importante evitar el exceso de azúcares refinados y alimentos procesados, y favorecer la ingesta de frutas, verduras, y proteínas magras.
Actividad física: es importante que las personas que padecen estos trastornos, realicen ejercicio como: caminar, correr o practicar algún tipo de deporte. Esto, permite que se liberen sustancias químicas en el cerebro, lo cual ayuda a reducir el estrés.
Sobre los tratamientos farmacológicos explica que los medicamentos, como los antidepresivos y ansiolíticos son comúnmente utilizados para tratar estas enfermedades, pero estos deben ser administrados bajo supervisión médica con el fin de prevenir complicaciones. Estas sustancias lo que buscan es equilibrar las funciones químicas en el cerebro, contribuyendo a mejorar el bienestar emocional del paciente. Sin embargo, es esencial destacar que la personalización en la elección del medicamento y la dosis es fundamental para cada persona.
Lo importante es estar alerta a los síntomas y dar prioridad a la prevención de la depresión y la ansiedad. Un enfoque personalizado y la colaboración con profesionales de la salud pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida de los pacientes, indica el médico.
Fuente - Revista Hogar
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